Han visitado mi rinconcito...

sábado, 23 de marzo de 2013

Yo crío con apego.

Hola a todos, en el post de hoy voy a centrarme en hablar sobre mi experiencia acerca de la lactancia prolongada ( aunque no me gusta este término ), el colecho, el porteo y la crianza con apego.

Empezaré hablando sobre mis lactancias.

Durante el curso de preparación al parto, mi matrona, incidió mucho en el tema de la lactancia, sin embargo, yo no presté demasiado interés, segura de que, nuestra lactancia, la de mi peque y yo, no iba a durar más de tres o cuatro meses, tiempo suficiente, teniendo en cuenta que luego yo tendría que incorporarme al mundo laboral. Yo por aquel entonces, no sabía nada de saca leches, lactancias "prolongadas", y un sinfín de cosas más, hasta que, vino al mundo mi pequeño.

A pesar de terminar en una cesárea de urgencia ( me indujeron el parto :(((( ), mi peque se agarró bien al pecho. Las complicaciones no tardaron mucho en aparecer; se quedaba dormido en la teta, se unía una toma con la siguiente, porque él mamaba y mamaba y yo ya no sabía si estaba succionando o en mi pecho por estar cerca de mamá. Y...., pasó lo que ya os podéis imaginar: empezó todo el mundo a opinar. " dale un biberón, dale 10 minutos de cada teta, dale cada tres horas, ¿no ves que está llorando?, tiene hambre!"...... Primeriza yo, imaginaos el bombardeo, me asaltan las dudas, quiero tirar la toalla, sin embargo, mi peque se resiste a meterse en la boca esa cosa de plástico, ¡y mira que probé al menos con 5-6 marcas de biberones diferentes!. Por otro lado, está mi instinto, que me dice que la teta sí...

Entonces, sumida en un caos total, encuentro por casualidad los libros de San Carlos González. "San" porque para mí es un dios este pediatra. Me leí uno detrás de otro sus tres libros: "un regalo para toda la vida", " bésame mucho" y " mi niño no me come". Comprendí y entendí por qué los bebés quieren brazos, besos, caricias, teta, colecho, porteo... Por fin, me di cuenta que mi hijo no era raro, no era un extraterrestre, no era diferente!. Eso es lo que quieren todos los bebés, sean del país que sean, sean de la cultura que sean o de la clase social que vengan! Entonces, a partir de ahí, empecé a disfrutar de mi maternidad, y, ¡qué gozada!.

La cuna, pasó a ser un adorno de la habitación, el peque, a la cama, pegadito a mami, toda la noche, y, aún así yo descansaba. El parque, se convirtió en una especie de baúl gigante donde iban a parar todos los juguetes. Mejor jugar en los sillones o en el suelo del salón, de la cocina o del baño.

¿Qué no te apetece comer?. ¡No pasa nada!, que para eso tienes la teta. Ah!, que te apetece comer esto o aquello en lugar de esas verduras insípidas, come, no problem. Ah!, que quieres coger la comida con los dedos, meter la mano en el plato o "engominarte" el pelo de puré, hazlo.

¿Brazos?, ¿upa con mamá?, si. Sé que algún día te apetecerá más ir corriendo o caminando, explorando tú solito.

De lo único que me arrepiento es de no haber descubierto el porteo con mi peque mayor. Aunque, esta espinita, me la he quitado con mi peque menor. ¡Portear es maravilloso!, y que gustazo da llevarlos pegaditos siempre.

Aquella lactancia de la que yo dudaba, duró casi 4 años. Cuando terminó ( se destetó solo ), sentí un vacío inmenso, porque a nosotros la teta nos unió muchísimo, se creó entre ambos una conexión mágica, no sé ni describirlo. Habíamos superado tantas piedras en el camino ( incluido una operación de corazón y dos hospitalizaciones ), que me parecía raro que nuestra lactancia se hubiese acabado.

Nació la peque menor, todo ha sido sencillo, fácil, tengo experiencia, sé lo que quiero, sé cómo quiero criar, quiero criar con apego, con respeto, porque es lo mejor para mis hijos, para mí como madre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario